

Un modelo de trabajo en plataformas digitales con derechos, protección y futuro
Contexto en Argentina
En la última década, las plataformas digitales de reparto se convirtieron en una de las formas de inserción laboral más visibles y discutidas del país. En cada esquina de las grandes ciudades argentinas, es habitual ver a jóvenes en bicicleta o moto, con mochilas rojas o naranjas, conectados a una aplicación móvil que les asigna pedidos, rutas y horarios. Este fenómeno expresa algo más profundo: la emergencia de una nueva forma de organizar el trabajo impulsada por la tecnología, pero también por las crisis estructurales del mundo laboral.
Las plataformas digitales de reparto se instalaron en Argentina en 2018 siguiendo un modelo global de economía bajo demanda que ya se había expandido en Europa, Estados Unidos, Asia y otros países de América Latina. Empresas como Rappi y PedidosYa1 utilizan aplicaciones digitales (apps) para conectar a comercios con consumidores a través de una red de repartidores. Su éxito se basó en tres factores: alta demanda urbana de entregas rápidas, bajos costos de operación empresarial y amplia oferta de fuerza laboral excluida del empleo formal.
La expansión de estas plataformas no es un fenómeno aislado ni casual. Tiene raíces en una economía con elevados niveles de informalidad, alta rotación laboral y pérdida sostenida del poder adquisitivo. Pero también responde a demandas reales: rapidez logística, bajo costo, flexibilidad horaria y autonomía relativa para quienes trabajan. El desafío actual no es negar su existencia ni demonizar la tecnología, sino preguntarse cómo integrar y transformar este nuevo ecosistema de trabajo con protección laboral, de modo que realmente beneficie lo más posible a todas las partes involucradas: trabajadores, empresas, gobiernos y consumidores.
A diferencia de otros países con marcos regulatorios más estrictos (como España o Alemania), Argentina carece hasta hoy de una regulación específica para este tipo de trabajo, lo que permitió un crecimiento veloz pero desordenado. En un contexto en el cual la Organización Internacional del Trabajo (OIT) acordó la elaboración de un convenio para regular este sector y otros países latinoamericanos están avanzando en tal dirección (Uruguay, Colombia o México), es una gran oportunidad para realizar una propuesta innovadora que se adapte a nuestro contexto y aprenda de los errores de experiencias previas.
Por qué hay cada vez más personas que trabajan con plataformas digitales
La expansión de las plataformas no puede explicarse únicamente por la falta de empleo formal, también responde a cambios culturales, tecnológicos y organizacionales más amplios:
En primer lugar, las plataformas ofrecen una promesa de flexibilidad muy atractiva en contextos de inestabilidad económica. Muchas personas valoran poder decidir cuándo y cuánto trabajar, aunque esa elección sea más aparente que efectiva (Granara, 2024).
En segundo lugar, el dispositivo digital simplifica el acceso al trabajo: con solo una app, se elimina la intermediación tradicional, se reduce el umbral de ingreso para quienes tienen determinados recursos (vehículo y teléfono inteligente) y capacidades (uso de tecnologías digitales), eliminando barreras como la entrevista o el currículum (Madariaga, 2029).
Además, existe una demanda creciente por parte de los consumidores urbanos que, a través de las apps, acceden a servicios rápidos, baratos y personalizados. Esta demanda legitima y fortalece el modelo de negocios de las plataformas (Haidar, 2021).
Finalmente, debe considerarse el rol de los Estados locales, provinciales y nacionales, que en muchos casos —por omisión o por estrategia— han permitido el funcionamiento de estas empresas sin una regulación clara, con la perspectiva de que generen empleo (Haidar, 2020).
Impacto económico y laboral
Desde 2018, el crecimiento del trabajo en plataformas ha sido sostenido. En aquel año, el total de personas ocupadas como repartidores en Argentina —incluyendo delivery tradicional, mensajería y reparto por app— rondaba las 80.000. De ellas, las investigaciones académicas disponibles estiman que unas 20.000 ya trabajaban mediante aplicaciones digitales (Haidar, 2020). Año tras año, una parte significativa de los trabajadores que antes estaban empleados en empresas tradicionales migraron hacia el trabajo por aplicación2. Este proceso se acentuó a partir de la pandemia de COVID-19, cuando la caída de empleos registrados y el crecimiento del consumo digital se combinaron para consolidar el modelo de plataformas como una alternativa económica relevante.
De esta forma, la cantidad de repartidores de plataforma experimentó un crecimiento notable en tres años: Argentina pasó de 23.204 repartidores activos en marzo de 2020 a un total de 67.184 personas que realizaron al menos una entrega al mes para una plataforma digital en junio de 2023. Estos son los últimos datos brindados por las empresas con las que contamos. Según proyecciones estadísticas, para 2024 el número total de repartidores podría superar las 150.000 personas, con al menos 100.000 vinculadas de forma estable a plataformas digitales (Galván y Wright, 2024).
En contraste, el empleo formal en la actividad3 se mantuvo relativamente constante, alrededor de los 25.000 a 30.000 puestos. Estos datos revelan una recomposición interna: el crecimiento del reparto fue absorbido mayoritariamente por esquemas no convencionales de inserción laboral, con bajos niveles de formalización y cobertura. De esta forma, en términos proporcionales el reparto en plataformas digitales podría representar aproximadamente el 4% de los no asalariados registrados en 2024. Esto indica que las plataformas han generado un crecimiento sostenido en el sector del reparto. Del mismo modo, su relevancia dentro de la economía cuentapropista no protegida se vuelve aún más notoria si incorporamos otros segmentos vinculados, como el de los conductores de Uber, Cabify o Didi.
En este contexto, el crecimiento de las plataformas mitiga la desocupación pero genera nuevos desafíos laborales y previsionales. No sólo nos invita a pensar en el trabajo y la producción del presente, sino también en la sostenibilidad del sistema de aportes jubilatorios del futuro.
Efectos para las personas que trabajan mediante aplicaciones de reparto
Desde la perspectiva de quienes trabajan, las plataformas ofrecen un acceso inmediato a ingresos sin demasiadas barreras burocráticas y ofrece mayor control sobre las bandas horarias de trabajo. Este aspecto es valorado especialmente por sectores excluidos del mercado laboral formal, jóvenes con dificultades para acceder al primer empleo o personas dedicadas a las tareas de cuidados (Haidar, 2020; Del Bono, 2021; Etchemendy, Ottaviano y Scasserra, 2022). Sin embargo, viene acompañado de inestabilidad y desprotección:
Los repartidores deben cubrir con sus propios recursos el costo de la moto o bicicleta, el celu ar, los datos móviles y los riesgos asociados al trabajo.
Aunque abonen el monotributo, muchas veces no tienen acceso a información clara sobre sus beneficios sociales.
Aunque existen diferentes dedicaciones horarias, las jornadas pueden extenderse a más de diez horas diarias para alcanzar ingresos razonables.
No hay licencias por enfermedad, vacaciones pagas ni cobertura frente a accidentes.
El vínculo con la plataforma está mediado por un algoritmo que asigna pedidos, evalúa el rendimiento y puede incluso bloquear a un trabajador sin previo aviso ni apelación.
No existe un espacio sólido para acordar aumentos de remuneraciones, pagos con horas de conexión y otras condiciones de trabajo.
Esta combinación de informalidad, autoexplotación y dependencia tecnológica genera una nueva forma de subordinación sin contrato, que desdibuja los límites entre autonomía y precariedad. Desde la Fundación Encuentro consideramos que el foco de la problemática es garantizar niveles de protección más allá de la flexibilidad de la ocupación.
Aun así, los trabajadores no son meros sujetos pasivos de explotación. También se han organizado en asociaciones civiles y gremiales o formado cooperativas de reparto, lo que muestra que el trabajo en plataformas no es necesariamente sinónimo de desprotección, sino un campo de disputa sobre qué derechos deben acompañar las nuevas formas laborales.
Por qué regular el trabajo en plataformas digitales
Este fenómeno condensa múltiples tensiones del presente: los límites del trabajo asalariado tradicional, las promesas de la economía digital, el deterioro del sistema de protección social, las nuevas formas de desigualdad y la disputa por la regulación de tecnologías globales. Entender qué representan las plataformas de reparto no es solo una cuestión estadística o laboral: es un desafío político en el sentido más profundo, porque nos obliga a pensar qué tipo de sociedad queremos construir en un mundo donde el trabajo ya no garantiza derechos ni estabilidad.
Si bien las plataformas de reparto reproducen múltiples formas de precarización, también ofrecen oportunidades concretas. Pueden ser una vía de acceso al trabajo para sectores excluidos, una herramienta para mejorar servicios urbanos y una base tecnológica para experiencias cooperativas. El desafío principal consiste en canalizar esas potencialidades sin legitimar la desprotección y adaptar leyes laborales existentes poco permeables a la flexibilidad horaria o el trabajo multiplataforma.
En este proceso, el rol del Estado es irremplazable. No como enemigo de la innovación, sino como garante de que el desarrollo tecnológico se articule con la inclusión y la igualdad. Las empresas, por su parte, deben reconocer que su sustentabilidad a largo plazo depende de construir modelos de negocio que no se basen en la desprotección de sus trabajadores. Y los sindicatos tienen el desafío de reinventar formas de representación capaces de incluir a quienes no se identifican con las lógicas clásicas del empleo formal.
El futuro del trabajo en plataformas no está escrito de antemano. En Argentina, aún hay margen para innovar, incluir y proteger. Lo que está en juego no es solo el destino de quienes reparten: es el modelo de trabajo que queremos para las próximas décadas.
Más protección para trabajadores de plataformas digitales
El trabajo mediado por plataformas digitales representa una de las transformaciones más profundas del mundo laboral contemporáneo. Estas nuevas formas de empleo implican uso de inteligencia artificial para organizar el trabajo, condiciones fragmentadas y una débil o nula cobertura de derechos laborales tradicionales. En este escenario, se propone una agenda de políticas públicas centrada en la protección de las personas trabajadoras de plataformas, con medidas que combinan viabilidad económica y jurídica, innovación institucional y aprendizaje de experiencias internacionales. A continuación, se detallan los principales ejes de la propuesta:
Eje 1: relación contractual
Reconocimiento legal flexible del vínculo laboral:
Se plantea reconocer formas híbridas de contratación, que permitan transitar entre el monotributo y la relación de dependencia según la intensidad del vínculo, las horas trabajadas y la dependencia económica.
Esto requeriría un mecanismo de evaluación permanente a través de una mesa tripartita conformada por el Estado, las plataformas y los trabajadores.
Multiplataformismo y autonomía profesional:
Toda persona trabajadora debe tener derecho a operar en más de una plataforma simultáneamente.
El régimen normativo deberá garantizar esta autonomía como un principio básico, contrario a los mecanismos de exclusividad y dependencia disimulada.
Compatibilidad con políticas sociales y programas públicos:
Los trabajadores de plataformas deben mantener el derecho a percibir ingresos complementarios del Estado.
La participación en programas sociales, educativos o de formación no debe ser un
obstáculo para trabajar en plataformas.
Eje 2: nueva generación de derechos: tiempo de trabajo y gestión algorítmica
Soberanía del tiempo de trabajo como derecho emergente:
El tiempo de conexión debe ser gestionado por los propios trabajadores.
Se propone reconocer el derecho a la desconexión mínima de 12 horas cada 24 horas sin penalizaciones algorítmicas.
De la misma forma, se propone reconocer el derecho a rechazar tareas sin pérdida de visibilidad ni ingresos.
Rediseño regulado de la gestión algorítmica:
En lugar de exigir la apertura de los códigos fuente (frecuentemente protegidos por propiedad intelectual), se establece la obligación de explicar los procedimientos de asignación de tareas, sanciones, bloqueos y tarifas.
Deben implementarse auditorías externas de algoritmos con participación tripartita (empresarial, sindical y estatales).
Garantía de ingresos mínimos dinámicos:
Se propone la creación de un índice público que actualice periódicamente los ingresos mínimos por hora efectiva trabajada.
Este índice debe considerar variables como generales (como el índice de inflación) y específicos de la actividad tiempo de espera, distancia recorrida, clima, saturación de la demanda y nivel de conectividad, para establecer pisos de ingreso justos y actualizados.
Eje 3: información abierta para garantizar derechos y elaborar políticas
Transparencia contractual y protección frente a bloqueos:
Las plataformas deberán emitir contratos digitales claros, con condiciones explícitas de trabajo, ingresos, criterios de suspensión y mecanismos de apelación.
Se prohíbe cualquier decisión automatizada irreversible sin revisión humana previa y sin derecho a réplica por parte del afectado.
Portabilidad y titularidad de la reputación digital:
Los perfiles, puntuaciones y calificaciones construidos por los trabajadores deben ser considerados parte de su capital laboral.
Se plantea desarrollar un sistema público de reputación digital interoperable entre plataformas.
Registro nacional interoperable de trabajadores de plataformas:
Esta herramienta debe articular información laboral, datos fiscales, acceso a derechos sociales y trazabilidad del trabajo digital.
La misma debe puede tener fines estadísticos, de fiscalización y de formulación de políticas públicas inclusivas.
Eje 4: infraestructura urbana y seguridad social para los nuevos tiempos
Condiciones materiales del trabajo:
En relación a la infraestructura urbana y equipamiento, se deben garantizar urgente mente baños públicos, puntos de descanso, estaciones de carga y zonas de resguardo para condiciones climáticas adversas.
Esto implica una articulación activa entre plataformas, gobiernos locales y políticas urbanas.
Cobertura real frente a riesgos y enfermedades:
Las plataformas deben financiar seguros obligatorios que cubran accidentes persona les, responsabilidad civil y daños sobre los medios de trabajo.
Asimismo, debe garantizarse el acceso efectivo a sistemas de salud, jubilación y licencias sin importar la modalidad de contratación, adaptando la cobertura efectiva y simplificando el acceso a estos derechos.
Fondo contributivo de protección social financiado por las plataformas:
Se propone crear un fondo público y solidario, alimentado por aportes proporcionales de las plataformas, destinado a cubrir contingencias como salud, accidentes, reconversión laboral y subsidios por inactividad.
Esta agenda busca superar las recomendaciones convencionales de organismos internacionales y complementa los proyectos legislativos actualmente en discusión en Argentina, al introducir propuestas clave y jerarquizar prioridades. Su implementación permitiría avanzar hacia propuestas para un modelo de trabajo digital con derechos, protección y futuro.
Referencias:
Bucci, M., Lamaletto, L., Granara, G. y Dolcemáscolo, A. (2022). “¿La nueva era del trabajo? Un
análisis discursivo de las plataformas de intermediación de trabajo temporario en Argentina”.
Memorias de XI Jornadas de Sociología. Sociologías de las emergencias en un mundo incierto.
Universidad Nacional de la Plata.
Del Bono, A. (2023). “Experiencias laborales de trabajadores de plataformas de reparto en el
AMBA durante el contexto de aislamiento y distanciamiento social”. Memorias FAHCE- UNLP,
Universidad Nacional de la Plata.
Galván, C. y Wright, G. (2024). En ruta: un análisis del trabajo en plataformas de reparto.
Principales hallazgos. Worktech Argentina/Civic House/BID Lab.
Granara, G. (2024). Plataformas de reparto: aspectos tecnológicos e ideológicos. Un estudio
empírico de Rappi y PedidosYa en el Área Metropolitana de Buenos Aires (2018-2024). Tesis de
Maestría. Maestría en gestión y política de la ciencia y la tecnología (Facultad de Ciencias
Económicas/Universidad de Buenos Aires).
Haidar, J. (2020). La configuración del proceso de trabajo de plataformas de reparto en la
Ciudad de Buenos Aires. Un abordaje multidimensional y multi-método. Informes de Coyuntura,
No11.
Haidar, J., Menéndez, N. D., Bordarampé, G., y Pérez, M. A. (2021). Las plataformas de reparto
en Argentina: entre el cambio de gobierno y la pandemia. Método Citra, No8.
Madariaga, J., Buenadicha, C., Molina, E., y Ernst, C. (2019). Economía de plataformas y empleo:
¿Cómo es trabajar para una app en Argentina?. CIPPEC e Inter-American Development Bank.
Zukerfeld, M., Yansen, G., Dughera, L., Rabosto, A., Lamaletto, L., Zarauza, G., Granara, G. Y
Vannini, P. (2023). “Digitalización, plataformización y automatización del trabajo en cinco
sectores: Indagaciones preliminares y avances de investigación”. Revista Latinoamericana de
Antropología del Trabajo.
1 También existen otras plataformas especializadas con menos alcance como Rapiboy o TaDá, empresas que se retiraron (Uber Eats) o fueron absorbidas (Glovo) y casos particulares como Mercado Envíos (tiene una dinámica diferente como parte del conglomerado más amplio de Mercado Libre).
2 Al comparar datos de INDEC (EPH) y la Secretaría de Trabajo (SIPA).
3 Registrado en SIPA como trabajadores asalariados en empresas de mensajería y cadetería.


